viernes

Sed y fatigas


Sobre un escrito de José Luís González Vicente.


Día 5 de diciembre de 1957

El día amaneció con las reservas de víveres bajo mínimos.
La I Bandera entraba en su sexto día de operaciones continuadas y aún no había recibido ningún abastecimiento. Los higos chumbos fueron el sustituto de los ranchos en frío, y de agua, la de los pozos.

Por fortuna, llegó la tan ansiada orden de repliegue que fue recibida por todos con gran satisfacción pues se han cumplido los objetivos señalados, aunque pagando el alto precio de un muerto y dos heridos.

Pese a que los cuerpos están destrozados físicamente, el ritmo es rápido pues todos tienen ganas de llegar al campamento para saciar la sed y descansar..... pero cuando apenas faltaba media docena de kilómetros para llegar a Sidi-Ifni, la I Bandera recibe la orden de que se dirija con urgencia en dirección a Idu Bel-la, pues todo parecía indicar que los compañeros de la II Bandera pasaban por serios apuros.

La reunión se realizó en la Medarsa de Alat-la. Pero aquel día 5 de diciembre estaba visto que iba a ser muy largo para los de la I Bandera.

El Comandante Soraluce dejó escrito: “Enlazamos por pura casualidad en un terreno lleno de barrancos, chumberas y cactos. A la caída de la tarde en una loma vemos muchas chilabas, nos aprestamos al combate de noche y nos lanzamos en silencio para acortar distancias, gracias a Dios una vez más, eran los de Tiradores de la Columna Crespo. Faltó un segundo para liarnos a tiros unos a otros. Resumen, unos 30 kilómetros. Sin comida ni agua, dormimos en un fuerte moruno.”

El día 6 de diciembre de 1957 se iniciaron las acciones conjuntas de la Agrupación de Banderas Paracaidistas, si bien ahora y para una mayor claridad, se continuará con la explicación de lo que se estaba haciendo en estos momentos y seguían realizando los de la Iª Bandera en colaboración con elementos del Batallón del Regimiento Soria y con un Tabor de Tiradores.

El avance en dirección a Tiugsa, el objetivo final, era lento pero sin contratiempos. Toda precaución era poca ante el riesgo de caer en una emboscada y más valía no precipitarse, sobre todo teniendo en cuenta el gran número de bajas sufrido por la otra Bandera el día anterior. Al llegar al lugar denominado «Cabeza de Ratón» se topó con una fuerte resistencia. Los moros se habían concentrado en número elevado en aquella cima, desde la que tiroteaban a placer a los paracaidistas a medida que avanzaban.
Por fortuna el fuego iba muy mal dirigido y las balas se perdían en la lejanía sin causar ningún daño.
Otra vez fue la 2ª Cía. la encargada de apoderarse de la posición enemiga, lo que hizo con el apoyo de la 1ª y 5ª Cía.

En el ataque resultó herido leve el soldado Aurelio Trujillo Ramal, mientras que el Teniente Cassinello sería propuesto para la Medalla Militar por su comportamiento.

Pero lo que había sido un gran éxito, a punto estuvo de transformarse en una tragedia por la falta de enlace aeroterrestre. Por la falta de comunicaciones con radio, no pudo anularse la ayuda solicitada horas antes a la aviación, y así un Heinker propio que acudió a prestar dicha ayuda, comenzó a soltar sus bombas en las alturas contra los que al piloto le pareció los enemigos, a resultas de lo cual, fueron heridos el teniente Manuel Ocón Terrasa y los CLP Antonio Domínguez Naranjo y Vicente Soler Agulló.

Desde la cúspide de la cota de enfrente, algunos paracaidistas fueron testigos de este desgraciado incidente, que no tuvo mayores consecuencias de puro milagro.