sábado

Liberación de Tiugsa



Nadie podía echar la culpa a los pilotos de aquellos errores.

El motivo principal era la falta de un adecuado enlace por radio tierra-aire que sirviera para guiar a los aviones sobre sus objetivos. Los únicos indicadores de que se disponía, eran unos paneles de colores que mediante un código de señales previamente establecido que era la colocación de distintas formas de paneles y colores, servía para indicar a los aviones el límite de las posiciones ocupadas por las tropas propias o los objetivos a batir, pero cuya correcta localización exigía, entre otros requisitos, que los aviones volaran bajo, algo a lo que los pilotos no parecían muy dispuestos, sobre todo si el fuego de fusilería enemigo era muy intenso.

El día 6 de diciembre de 1957 se terminó durmiendo en la montaña, a la intemperie, sin agua ni comida y con otros diez kilómetros más sobre los ya maltratados pies.

Al día siguiente 7 de diciembre, se produciría la tan ansiada liberación de Tiugsa.

Fue el capitán de la 1ª. Cía., Prudencio Pedrosa junto a algunos paracaidistas a quien le cupo el honor de ser los primeros en entrar en el recinto y de recibir el abrazo emocionado de los civiles y militares que lo defendían.

Afuera, el resto de la Bandera se encargaba de dispersar a las bandas rebeldes que veían cómo una vez más, se les escapaba la presa de entre las manos.

El Puesto había batido un record de resistencia pues llevaba exactamente dos semanas cercado por el enemigo. Aquella prolongada resistencia se había debido a dos factores de gran importancia:
Primero, a la existencia de agua en abundancia, lo que permitió a los defensores satisfacer una necesidad básica del organismo.
Segundo, a las grandes existencias de tabaco que había en el Puesto, y que nadie se explica que hacían allí, pero que habían servido para estimular el espíritu de resistencia, pues de todos es sabido que un soldado con cigarrillos de sobra es capaz de las mayores heroicidades.

Pero tal y como lo cuenta el Comandante, también había alimentos en abundancia, que le vinieron muy bien a una tropa que llevaba una semana a base de sardinas y carne en lata, e higos chumbos secos.

No había mucho tiempo que perder pues los moros, que se escabulleron astutamente ante la presencia paracaidista, podían regresar en mayor número en cualquier instante. Así que el mando procedió a organizar la retirada, previa la destrucción total de todo lo que no podía ser transportado.

Después de volarlo todo se regresa al Puesto pero el enemigo rehecho de la sorpresa, acosa y tirotea a la par que grita como los indios para asustar al enemigo.