viernes

Mi autobiografía


Cuando yo escriba mi autobiografía creo que comenzaré por hacerme una pregunta: ¿Soy alguien? ¿Le importo a alguien? 
 Ahora mismo ya soy un hombre viejo pues tengo en mi haber 81 años cumplidos; no soy ni alto ni bajo, ni listo ni tonto, ni rico ni pobre. 
Soy un hombre del montón pero con buena memoria y eso me hace sentirme algo diferente. 
 ¿Qué hago? ¿Espero algo? ¿Me pesan los años? 
No hago nada, no espero nada, todavía no me pesan los años. O sí.
 De cuando en cuando, sonrío. 
 Soy un hombre que espera poco de los políticos. O más bien nada bueno.
Un espectador de la vida diría yo que soy. 
Sólo conozco a unas cuantas personas de mi comunidad, pero apenas hablamos. Mis experiencias de la vida tienen muy poco en común con las de ellas.
 Soy de pocos amigos; quizá no tenga ninguno de verdad. Y lo siento. Compañeros de fatigas allá en tierras del moro tuve algunos. Apenas nos escribimos correos electrónicos, solamente de vez en cuando.
Decía Pío Baroja que tener pocos amigos era señal de inteligencia, y seguía diciendo que “el mayor número de amigos marcaba el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez”. 
Quizá solo fuera una frase….. 
Cuando en la televisión se habla de política..., sonrío. 
Que se habla de literatura...., sonrío. 
Que se habla de cualquier otra cuestión...., sonrío. 
Sé que alguien dijo de mí que debía ser imbécil....., también sonrío.
Que se habla de la pandemia del Coronavirus.....pienso en los políticos y me acuerdo de sus respectivas familias.
Que se habla de la Guerra de Ifni...., ya no sonrío porque es un asunto muy serio, del que deberían hablar solamente los veteranos que la padecimos cada cual según nuestras propias circunstancias. Todas las demás versiones, todas, nada me importan”.
Estoy felizmente casado con una estupenda mujer.