Sobre la Guerra de Ifni-Sahara
existen varios libros y muchos artículos, reportajes, etcétera. Y se puede
comprobar que, mayoritariamente, destaca el heroísmo tanto de la Legión como de
paracaidistas, tiradores de Ifni y alguna que otra unidad de las Fuerzas
Armadas. Sin embargo, como en este caso, apenas existe alguna referencia al
Batallón Expedicionario Castilla 16, cuando entre sus miembros tuvo tres
muertos y varios heridos, y en las operaciones que intervinieron demostraron
ser lo que se llama auténticos héroes. Triste es que sobre este batallón haya
una losa de silencio.
De Badajoz a las arenas del Sahara.
El regimiento Castilla 16
organizó en 1957 un batallón de maniobras, que se denominaría Expedicionario y
que partiría para el Sahara. Al mando del mismo iba el comandante José Carapeto
Salgado. Dicho batallón estaba compuesto por tres compañías de fusiles y una de
ametralladoras con la plana mayor del citado batallón. El armamento era el de
la época: morteros ligeros Valero, cañones sin retroceso de 75 mm ., ametralladoras Alfa
12,70, amén de armas cortas.
El 27 de noviembre de 1957, el
batallón Castilla, compuesto por 756 hombres, partía por ferrocarril desde
Badajoz rumbo a Algeciras y dos días después, el 29 de noviembre, a las tres de
la tarde, embarcaban en el buque Ciudad de Oviedo, desembarcando el 1 de
diciembre en Las Palmas de Gran Canaria, y días después, el 9 de diciembre, en
playa de la Sarga
en Villa Cisneros, desde la
Corbeta de la Armada Descubierta , tras un viaje bastante
movido.
Aquellos jóvenes soldados que
apenas habían sido instruidos para lo que iban a enfrentarse, que era una
guerra, desde el primer momento, demostraron un alto grado de preparación, de
disciplina y un perfecto manejo de las armas. Y dispuestos a dar ejemplo de esa
leyenda que campea en los cuarteles: “Todo por la Patria ”.
No tardaron mucho en demostrar
que estaban preparados para batirse como héroes, el 25 de diciembre la segunda
compañía de dicho batallón, con un pelotón de ametralladoras, junto con el
grupo de Policía Nómada nº 4 La
Gandara , a bordo de varios vehículos partieron hacia la zona
del Istmo de Aucital, siguiendo las huellas del enemigo. La orden era tajante,
perseguirlos para destruirlos y tratar de hacer prisioneros para obtener
información.
El mando de las compañías era el
siguiente: 1ª, capitán José Sanz Alonso; 2ª, capitán Tarsicio Fernández López;
3ª, Casimiro Barrainca Fernández-Nespral; 4ª, Armas Pesadas, capitán José
Sánchez Mas y la plana mayor, capitán Ramón Ayuso Casco.
Hay que destacar la fortaleza de
espíritu de los soldados del Castilla, donde la logística era algo que apenas
existía; la comida, la mayor parte raciones de rancho en frío, una lata de
sardinas de 300 gramos ,
una tableta de chocolate de 60
gramos , una lata de carne de Mérida y un litro de agua
para aseo y consumo al día.
La alegría llegó con el aguinaldo
de Navidad, procedente de toda España, ya que pudieron degustar turrones,
naranjas, vinos, anís, brandy, cava y turrón. El mejor manjar llegó la Nochebuena : un plato de
judías a la vinagreta, un huevo duro y un botellín de cerveza.
Cuentan soldados combatientes de
aquellas fechas que el día de Nochebuena un grupo de soldados se acercó hasta
la iglesia de la
Misión Católica de Villa Cisneros a orar ante el Santísimo.
En el silencio de aquel templo, un soldado, con un nudo en la garganta, entonó
un villancico, y momentos después se unían todas las voces de aquel grupo, pero
con lágrimas en sus rostros. Era lo que el santo escribió: “Las lágrimas son la
sangre del alma” (San Agustín).
Antonio Herrero Andréu.