viernes

La Guerra de Ifni (1957-1958)

El libro que me regaló Juan A. Espí Puertas.


Rafael García Jiménez
Coronel de Intendencia

Una cruz y una bandera
No preguntes por qué está ahí y para qué ondea
Es tu cruz
Nuestra cruz
La de nuestros compañeros caídos. Y la bandera….
Es nuestra bandera
Es España.


En todas las guerras en todas las batallas el infante se impregnará del olor de las armas automáticas que empuña o disparan en su cercanía, el artillero guardará en sus oídos las ondas de choque del estampido de los cañones y 
cohetes, el jinete recordará en su cara la agresión del viento mientras su vehículo de reconocimiento salta sobre las zanjas, el zapador la tierra temblando cuando acciona el disparo de las cargas que ha colocado, el paracaidista el golpeteo de la tela de seda al abrirse su paracaídas.

Cada uno describirá su entorno y ello forma parte del todo.
Mas atrás lejos incluso desde lo alto de la montaña o en el extremo del campo de operaciones de los mandos de los ejércitos tendrán una visión amplia de cualquier conflicto “más allá de la colina”.

El tiempo, cuando la furia del viento cese, recuperará testimonios de uno y otro bando y con todos ellos se hará la historia que nunca dejará de escribirse.

Hoy hablamos de la guerra de Ifni 1957-58. Dejamos el Sahara para otra ocasión.

No hemos querido abrumar, en esta exposición, con el detalle de las operaciones en el territorio. Primero de carácter defensivo de la capital y de los puestos, de rescate en las columnas que desde Sidi Ifni acudieron a recoger a los sitiados en el interior, luego llegarían las ofensivas para ganar terreno y crear el círculo defensivo alrededor de la capital.

Volvamos atrás en el tiempo. 
Tiempos de los Reyes Católicos.

En 1476 el adelantado Diego García de Herrera construyó en el sur de Marruecos, junto al Atlántico, el fuerte que se llamó Santa Cruz de la Mar Pequeño.

En 1524 se perdió la posesión y con ella el recuerdo de su emplazamiento.

En 1860 Marruecos reconoció a España el derecho de RECUPERAR la pesquería de Santa Cruz de la Mar Pequeño.

Mientras unos creían que debía identificarse con Agadir que tiene un buen puerto, la expedición del barco Blasco de Garay llevando a bordo una comisión hispano marroquí precisó la existencia de las ruinas de una fortaleza española que dominaba la orilla derecha del río Ifni nombre debido al santón Sidi Ifni.

Debieron transcurrir bastantes años hasta que, el 6 de abril de 1934, el coronel del Ejército Capaz a bordo del cañonero Canalejas  desembarcó y ocupó pacíficamente el pequeño territorio.

Ifni está en la misma latitud de las islas Canarias.

En forma aproximada a un rectángulo, de Norte a Sur ocupa unos setenta kilómetros y de Oeste a Este unos veinticinco kilómetros.

Terreno montañoso. Que recuerda el Rif del norte de Marruecos, hunde en el Atlántico las estribaciones del Gran Atlas, esa cadena imponente, tan ignorada, cuna de nieves perpetuas.

La ocupación en 1934 resolvió para los armadores canarios las pérdidas de tripulaciones que hasta entonces no sobrevivían cuando sus pesqueros embarrancaban en una Costa difícil por sus mareas y bancos de niebla.

Los barcos seguirían naufragando pero los marineros llegarían a costas españolas.

España, como siempre, se volcó en aquel espacio baldío y de la nada creó una ciudad situando fuertes y zocos en el interior.

En 1951 Franco en el periplo que cubrió las islas Canarias, Ifni, Sahara y Guinea, revitalizó Sidi Ifni.

En 1957 la ciudad semejaba en pequeño a Melilla, Almería, Málaga o Cádiz.

Se levantaban edificios para el Gobierno, Ayuntamiento, Bancos, haciendas, Iglesia, casinos, central eléctrica, colegios, instituto, Correos, hotel, traída de agua para toda la ciudad, zoco, mezquita, barrio árabe, calles asfaltadas, piscina junto a la playa, cine, hospital, terminal de aeropuerto.

En abril de 1956 España concedía la independencia a Marruecos en su protectorado norte lindando con el Mediterráneo.

No transcurriría mucho tiempo para que comenzaran en el territorio de Ifni los grupos proclives a un levantamiento alentados por Marruecos. Desertores indígenas de cuarteles españoles y grupos diversos fueron reclutados en la ciudad cercana de Agadir, al norte.

En un año los incidentes nocturnos, agresiones aisladas y reuniones en los zocos aumentaron de gravedad hasta una situación inquietante.

Marruecos siempre alegó que eran grupos incontrolados no obstante la existencia de unas oficinas o banderín de enganche fijo en la cercana ciudad de Agadir.

Desde un año antes comenzaron a detectarse rumores en los zocos del interior, cuando se localizaron concentraciones, incidentes y hasta ametrallamientos de los puestos fronterizos durante las noches. Los vuelos de los aviones en observación informaban de unos y otros movimientos y pagaron con aviones perdidos por la niebla en el mar o destruidos junto al aeropuerto.

España había pasado desde su guerra, sin solución de continuidad, a la II Mundial, aunque en esta fuera espectadora y su Ejército no encontraba la hora…..ni el dinero para normalizarse. El modesto patrimonio permitiría los 350.000 hombres que Francia situaría en Argelia.

España no se podía empeñar en una guerra cara, larga y no limitada para un territorio, por ejemplo el de Ifni como las Vascongadas. El Sahara se extendía en una superficie equivalente a la mitad del suelo peninsular.

Negociaciones en todos los caminos era la salida más aconsejada. Pero no habría tiempo para ello.

El Gobernador había solicitado el aumento de la guarnición que se sustentaba, hasta entonces, en el Grupo de Tiradores de Ifni y un Grupo de Artillería: En las Compañías Indígenas, como había sucedido ya en Marruecos, comenzaban a desertar centinelas con armamento y munición incluidos.

Llegaría al final la Legión y los Paracaidistas del Aire y los de Tierra y, cuando todo estalló, de los cuatro puntos cardinales de España.

El comienzo de la guerra.

No pasará a la historia, posiblemente, y menos su nombre, el asistente del Capitán de Tiradores que le avisó la tarde del 22 de Noviembre que aquella misma noche se descolgarían sobre la ciudad grupos de asaltantes para pasar a cuchillo a todos los españoles. Se habían adjudicado ya las casas. No eran extranjeros los que atacarían; en la ciudad había un barrio moro numeroso, antiguos desertores, también desde fuera, y acompañantes voluntarios para el saqueo.

Era una alarma más, y así fue acogida, hasta que se hizo coincidir con la casualidad de la marcha, a las cinco de la tarde, del notable moro….dueño de la mejor tienda de la ciudad, con toda su familia hacia Agadir. Por supuesto, la frontera norte estaba siempre abierta y por allí pasó a Marruecos.

Simultáneamente al asalto a Sidi Ifni, otras partidas atacarían a los puestos y zocos del interior.

Cuando, efectivamente, pasada la media noche aparecieron los asaltantes, bastante confiados, fueron rechazados desde posiciones defensivas situadas en las afueras.

Sidi Ifni salvó su existencia por el factor humano. Aquella carnicería hubiera sido una tragedia comparable al desastre de Annual de 1921 en Marruecos.

Todos los puestos del interior quedaron cercados.

No había tiempo para casi nada. En la función de tarde noche en el cine donde se concentraban quienes mandaban hasta el último pelotón, se fue avisando uno a uno, sin encender las luces y sin interrumpir la función, que también los moros asistían al cine.

Cuando acabó el espectáculo, las mujeres e hijos de los militares se encontraron mirándose y sin ningún marido o padre a la vista. De allí regresaron volando a cada casa.

Las bandas incontroladas dirigidas desde Goulimín, al sureste de la frontera de Ifni, contaban con la sorpresa al caer sobre la capital, pasada la medianoche y arrastrar a los soldados indígenas del Grupo de Tiradores.

En el desayuno apresarían a los mandos y se unirían posiblemente al saqueo  generalizado.

Con la tranquilidad que da elucubrar sobre lo que pudo haber sido, tal vez el error fue no acumular ¿3.000 ó 4.000? combatientes únicamente sobre la ciudad sin dispersar el esfuerzo atacando a media docena de puestos en el interior del territorio.

La caída de Sidi Ifni, segura ante esta avalancha, hubiera dejado a las posiciones aisladas por completo y sin ninguna posibilidad de victoria total….para los dos bandos.

En la mañana del 23 de Noviembre aterrizaba en el aeropuerto el Douglas DC-3 de Iberia, el Saltamontes,  por su itinerario Madrid, Sevilla, Casablanca, Ifni, El Aaiún y Las Palmas de Gran Canaria, un teniente de Zaragoza con su flamante esposa al término del viaje de novios. Estuvo a punto de bajar por la escalera y encontrarse con el llamado ejército de liberación.

Los puestos del interior.

El Grupo de Tiradores de Ifni, una Bandera de la Legión y otra de Paracaidistas, únicas unidades, organizaron columnas que penetraron con distinta fortuna por los malos senderos batidos desde las alturas.

Consiguieron llegar a sus destinos evacuando a los españoles militares, funcionarios y familias, replegándose sobre Sidi Ifni.

Comenzaba el rosario de caídos de aquella guerra.

Tiugsa, Tenín, Mesti, Telata, Tiliuin, entre otros marcarían los objetivos de las cuatro importantes “flechas” de penetración en movimientos de ida y regreso desde la capital.

Las unidades expedicionarias.

En semejanza al año 1921 cuando el desastre de Annual y los socorros enviados desde Melilla, en 1958, desde múltiples puertos de la Península, arrancaron expedicionarios para arribar a Ifni.

Un ágil planeamiento logístico situó en el territorio, combatientes armados y material hasta llegar a los 10.000 hombres.

Los embarques, travesías y llegada a las playas, desempolvó en unos casos,  medios arrumbados (los antiguos carabos de los pescadores) y en otros la aparición de los camiones anfibios que los aliados utilizaron años atrás en el desembarco de Normandía.

Aquellos batallones expedicionarios, procedentes de todos los puntos cardinales de España, rápidamente se adaptaron al territorio y constituyeron el sólido yunque del resultado final.

En tanto llegaban refuerzos desde la Península, con barcos que desde distintos puntos transportaban batallones expedicionarios, hubo que liberar los puestos del interior.

La Bandera paracaidista del Ejército de Tierra recibiría su bautismo de fuego en aquellas operaciones.

El venerable Junkers fue su transporte.

El desembarco se realizaba en botes de remo de los barcos. También sobre los anfibios.

Las Unidades expedicionarias desde los puertos de Canarias o la Península encaraban al aproximarse a Ifni los acantilados encima de los cuales está la ciudad.

La playa sin puerto, la ciudad y detrás el monte Bul A Lan.

Los carabos eran barcos muy marineros vestigio de otros tiempos.

Hasta Mulos desembarcaron en la playa.

Desde su arena se distinguía a la ciudad sobre los acantilados.

Un recuerdo para un héroe de las playas:
El camión anfibio -pato.
El de la invasión de Sicilia de 1943.
Seis ruedas motrices. Tres ejes diferenciales.
Casco marino – hélice y timón.
Peso 2,5 Toneladas.
Carga 3 Toneladas ó 25/30 soldados.
Potencia: 85 Hp.
Velocidad: 6 Km/h en el mar.

Las operaciones ofensivas.

Sus nombres parecían indicar el propósito de cada una de ellas: Acertar en el objetivo, barrer resistencias, rapidez sobre todo en su ejecución, luchar contra los elementos, potencia en el esfuerzo. Así Diana, Las Palmeras, Gento, Siroco, Pegaso….

De todas las acciones, una recordó aquel factor que se estudia en las academias militares.

La noche del siroco que cegó a todos los defensores españoles encarados hacia el este (el viento sopló de este a oeste) favoreciendo a los atacantes que lo tenían de espaldas.

Años más tarde la Policía Territorial del Sahara tendría en su dotación reglamentaria gafas contra el siroco y cristales de visión nocturna.

No se trataba de recuperar todo el territorio montañoso imposible de controlar, sino crear un arco infranqueable alrededor de la ciudad.

La playa de desembarco engañosamente tranquila, sólo permitía escasamente trabajar en ella cien días al año.

Hagamos un paréntesis y por excepción hablemos de la campaña en el Sahara y de un solo episodio: Edchera.

Pero antes retrocedamos en la historia…..

El 25 de Octubre de 1845 y durante la guerra de Crimea de franceses e ingleses contra los rusos, tuvo lugar la mítica carga de la Brigada Ligera.

En un valle dominado por las alturas ocupadas por los rusos se desembocaba en una formación enemiga de 12 cañones y escuadrones de caballería.

Por un error tremendo en la transmisión de las órdenes se trataba de tomar los cañones enemigos en las alturas a la izquierda y derecha y no precipitarse hasta el fondo del valle. La Brigada galopó hacia la muerte recibiendo el fuego por la izquierda, por la derecha y por el frente.

Aún así llegó al final del valle y desbordó a la artillería pero tuvo que retroceder.

De los 673 hombres, 113 cayeron muertos 134 heridos. Un 37 % de bajas.

Ese pueblo admirable de Gran Bretaña que es una piña cuando se trata  de su ejército, inmortalizó aquella carga como si hubiese sido una victoria, en míticas estrofas.

El Gurugú.

Siempre presente en la historia de Melilla y ….. de España.

Con su entorno oscuro, con su altura desmesurada tan cercano ala ciudad, vigilante conocido y hosco, sombra perpetua y amenazadora.

A las once de la mañana del día 27 de julio de 1909 cuatro batallones de cazadores entraban en el Barranco del Lobo y desde las alturas eran masacrados.

Un General, cinco Jefes, cuarenta Oficiales y setecientos Soldados. Un total de 1.248 bajas entre muertos y heridos.

Otra vez, un ejército que abandona las alturas y se adentra en los valles batidos por el enemigo.

13 de enero de 1958.

La XIII Bandera de la Legión parte de El Aaiún en dirección a Edchera, al este del territorio, y a pocos kilómetros de la capital.

El itinerario de oeste a este discurre por la pista paralela a la Saguía e Hamra, depresión de un río inexistente que en las dos márgenes es dominada por alturas o acantilados de tierra de veinte o treinta metros.

Al llegar a las cercanías de Edchera y toparse con el enemigo (bandas incontroladas), inicia un envolvimiento destacando una compañía.

Los legionarios rebasaban la línea marcada en el avance, bajan al cauce y allí reciben fuego desde las alturas.

Treinta y siete muertos y cincuenta heridos. Una compañía aniquilada.

La historia vuelve a repetirse.

En Ifni las columnas que acudieron a rescatar los puestos sitiados corrieron distinta suerte cuando además de avanzar por el fondo de los valles el grueso de las fuerzas, los flancos se cubrieron a media ladera o montaña a un lado y otro del avance.

Consolidación en el terreno.

Se crearon centros, núcleos y posiciones apoyadas entre sí como una malla infranqueable que protegiese Sidi Ifni.

Un medio círculo de menos de 10 kilómetros de radio, el otro medio lo constituía el Atlántico que fijó el territorio propio. Hubo una excepción en el despliegue defensivo: El monte  Buyarifen, atalaya privilegiada al norte dominando la carretera de Sidi Ifni a Agadir, posible canalización de futuras incursiones enemigas.

El 20 de Diciembre de 1957 en un avance con despliegue , de Reglamento, se corona la cresta estableciéndose una guarnición permanente.

Esta estuvo aislada durante toda la campaña, abastecida periódicamente por convoyes, rememorando los históricos de la campaña de 1921 de Marruecos, mas aquí  a los transportes les precedía siempre a la ida y regreso, un despliegue ofensivo formando una bolsa de seguridad.

Aquí, como en el resto de las posiciones, el Ejército aplicaba la Doctrina más reciente.

En Ifni, las posiciones no estaban en las crestas visibles y batidas por todos los costados. Las trincheras se situaban a contra  pendiente invisibles a los atacantes hasta que estos se asomaran a las cimas.

Una Unidad del territorio organizó la Intendencia por su cuenta. Contrató la totalidad de la carga de un cuatrimotor en Tenerife de los que hacían el salto del Atlántico. Cartones de tabaco rubio como única mercancía. El coste del transporte encarecía la cajetilla en cincuenta céntimos.

Los pilotos pensaban encontrar en el Aeropuerto de Sidi Ifni pistas asfaltadas.

Hallaron un “porta-aviones” anclado en tierra y rodeado de obstáculos por todas partes. Encanecieron al aterrizar.

Cuando despegaron rozando las casas junto al aeropuerto de tierra y piedra el cabello se les volvió blanco.

No hubo otro cuatrimotor más que se atreviese a volver.

Armamento y materiales en campaña.

Ejército de Tierra

Bazooca
Mauser 92
Cetme experimental
Morteros de 81 y 120 mm.
Ametralladoras 2B alemana y Alfa española
Artillería de Montaña 105/11 y 75/22

Aviación

Heinkel He 111: bombardero medio.
Junkers Ju 88: bombardero
Junkers Ju 52: 3 motores, el venerable (modelo 1921)
Douglas DC-3: transporte

Marina

Crucero CANARIAS

Fin de la guerra.

El 21 de Abril de 1958 se dieron por terminadas las operaciones.

España continuaría ocupando una pequeña parte del territorio abandonando definitivamente todos los puestos y zocos del interior.

Ni vencedores ni vencidos.

¿Llegarían a 4.000 los componentes de los asaltantes de las llamadas bandas incontroladas?

Algún día sabremos la verdad.

Como los más de 800 heridos, desaparecidos y muertos españoles.

Hemos dado unas breves pinceladas sobre Ifni.

Se quedan en el tintero:

*Las donaciones de España a los combatientes, el aguinaldo de la Navidad de 1957, de turrones, la de conservas, embutidos, productos frescos, tabletas de todo tipo, bebidas….que estuvieron repartiéndose durante seis meses y que aún quedaron en Canarias. A aquel teniente, hoy general en Madrid, del viaje de bodas le correspondió calcular el reparto, soldado por soldado, hasta la diezmilésima de unidad.

*La actuación de Carmen Sevilla, Elder Barber y el cómico Gila.

*Los mandos y soldados de los batallones expedicionarios que fueron subidos en camiones partiendo de sus campamentos en la Península con lo puesto para embarcar en diversos puertos y aparecer ante la playa de Ifni.

*El grupo de indígenas desplazados que corriendo por uno de los senderos fue avistado por un médico zaragozano que observó cómo una mujer se rezagaba, se sentaba un momento en el suelo, TENÍA UN HIJO y con él a cuestas se incorporaba a los demás.

*El Heinkel He 111, que se estrelló junto a la posición avanzada de Buyarifen pereciendo todos sus tripulantes.

*El Junkers Ju 52, destrozado al aterrizar en la barrancada anterior al aeropuerto con una patrulla de paracaidistas.

*Las columnas de socorro a los fuertes y zocos del interior en las primeras semanas del conflicto.

*La negativa de Estados Unidos a que España empleara su material porque se trataba de un conflicto colonial. Hubo que echar mano de los aviones alemanes de la guerra de España del 36.

Terminamos como empezamos. Con el recuerdo de los mejores.

Con la cruz y la bandera bajo cuyos retazos quedaron para siempre en una tierra hoy extraña los que dieron su vida defendiendo la ciudad que les dijeron que era tan española como Ávila, Cuenca o Zaragoza.

Bajas en la campaña en Ifni y Sahara.

Cincuenta y seis años después todavía existen datos dispares. Nos quedamos, por ahora y de varias fuentes que no coinciden, con:

* 199 muertos.
* 573 heridos.
* 80 desaparecidos.

En total 852 bajas.

En 1969 España entregaba el territorio de Ifni a Marruecos.

Todo ello para el día que se escriba la historia de esta guerra.

Invitación a los historiadores.  

Una llamada a los centros militares de enseñanza para que aunando esfuerzos e investigaciones, un grupo de profesores y alumnos escriban definitivamente el libro de La Guerra de Ifni-Sahara.

Todos los que estuvieron allí y cayeron se merecen esto.

A pesar de los años transcurridos quedarán para siempre las lecciones militares que pueden deducirse de las columnas de socorro, ni las primeras ni las últimas en la historia, hacia los puestos, cada una de ellas diferentes en sus actuaciones.

Sin olvidar el Sahara, el combate de Edchera con su centenar de bajas.


Como aquel inolvidable profesor Lucena nos decía: “De los grandes fracasos nacen las grandes victorias”.